TU
FE TE HA SANADO
¡Ay del
corazón que no tiene fe, porque no será
protegido!
Compilado por Hector Yepez
Director MFCGuayaquil
Si queremos ver milagros en nuestras vidas debemos tener fe
1.- Y cuando salía de Jericó, el hijo de Timeo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba
sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a
gritar: « ¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» Muchos le increpaban
para que se callara. Pero él gritaba mucho más: « ¡Hijo de David, ten compasión
de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: « ¡Ánimo,
levántate! Te llama.» Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino ante
Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «
¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante recobró la vista y le seguía
por el camino.
2.- Entró en Cafarnaún. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre
cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo
encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron
la camilla donde yacía el paralítico. Viendo
Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.»
3.- Vino a su patria. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la
sinagoga. La multitud, quedaba maravillada, y decía: ¿De dónde le viene esto? y
¿qué sabiduría es esta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus
manos? Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: Un profeta sólo en su
patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio. Y no podía hacer allí ningún milagro, a
excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su falta de fe.
4.- Al pasar
vieron la higuera, que estaba
seca hasta la raíz. Pedro le dice: « ¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste
está seca.» Jesús les respondió: «Tened
fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: `Quítate y arrójate
al mar' y no vacile en su corazón
sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: todo
cuanto pidáis en la oración, creed que
ya lo habéis recibido y lo obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar perdonad,
si tenéis algo contra alguno, para que su Padre os perdone vuestras ofensas.
SALMO 143 Súplica humilde
Escucha Yahvé mi oración y presta oído a mi súplica; respóndeme, no entres en
pleito con tu siervo, pues no hay ser
vivo justo ante ti. Me persigue el enemigo, aplasta mi vida me obliga a vivir
entre tinieblas como los que ya han muerto.
Escucha Yahvé mi oración, ya se apaga el aliento en mí, mi corazón está en
silencio. Recuerdo los días de antes, medito en todas tus acciones, hacia ti
tiendo mis manos, mi alma es como una tierra sedienta de ti.
Escucha Yahvé mi oración y respóndeme pronto, que me falta el aliento; no
escondas tu rostro lejos de mí, hazme sentir tu amor por la mañana, pues yo
cuento contigo muéstrame el camino que he de seguir pues estoy pensando en ti.
Escucha Yahvé mi oración, líbrame de mis pecados, pues busco refugio en ti;
enséñame a cumplir tu voluntad, tú, que eres mi Dios; tu Santo Espíritu, que es bueno, me guíe por un camino recto y santo.
Escucha Yahvé mi oración, por tu nombre, Yahvé, dame la vida, por tu justicia,
líbrame de la angustia y del estrés, por tu amor, sana mi corazón del miedo y
del temor. Pierde a todos mis opresores,
porque yo soy tu hijo(a).
SALMO 139 Homenaje a Aquel que los sabe
todo
Gracias Señor Yahvé, tú me
escrutas y me conoces; sabes cuándo me siento y me levanto, mi pensamiento
percibes desde lejos; de camino o acostado, tú lo adviertes, familiares te son todas mis sendas. No llega
la palabra a mi lengua, y tú Yahvé, la
conoces por entero; tienes puesta tu mano sobre mí. Maravilla de ciencia que me
supera, tan alta que no puedo
alcanzarla.
Gracias Señor Yahvé porque tú has formado mis riñones, me has tejido en el
vientre de mi madre, prodigio soy, mi aliento conocías cabalmente, mis huesos
no se te ocultaban, cuando era formado en lo secreto, tejido en las honduras de
la tierra. Mi embrión veían tus ojos; en tu libro están los días que me has
fijado, sin que aún exista el primero.
Señor Dios, qué
difíciles tus pensamientos, oh Dios, qué incontable es su suma ¿No odio, Yahvé
al pecado que me aparta de Ti? ¿No me asquea la tibieza y la mentira?, son mis
enemigos. Sondéame, oh Dios, sana mi corazón, examíname, conoce mis desvelos.
Que mi camino no acabe mal, guíame por el camino eterno.
SALMO 103 Dios
es Amor
Bendice alma mía a Yahvé, el fondo de mi
ser, a su santo nombre. Bendice, alma mía a Yahvé, nunca olvides sus
beneficios. Él, que tus culpas perdona, que cura todas tus dolencias, rescata
tu vida de la fosa, te corona de amor y
ternura,
satura de
bienes tu existencia, y tu juventud se renueva como la del águila.
Bendice alma mía a Yahvé, que realiza
obras de justicia y otorga el derecho al oprimido, manifestó a Moisés sus
caminos, a los hijos de Israel sus
hazañas.
El es
clemente y compasivo, lento a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente,
ni para siempre guarda rencor; no nos trata según nuestros yerros, ni nos paga según nuestras culpas.
Bendice alma mía a Yahvé, como se alzan
sobre la tierra los cielos, grande es su amor con sus adeptos; como dista el
oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestras rebeldías. Como un padre se
encariña con sus hijos así de tierno es Dios con sus adeptos; que él conoce de
qué estamos hechos sabe bien que somos polvo.
Bendice alma mía a Yahvé, ¡El hombre!
Como la hierba es su vida, como la flor
del campo, así florece; lo azota el viento y ya no existe. Pero el amor de
Yahvé es eterno con todos que le son adeptos, para quienes saben guardar sus
mandatos.
Bendice alma mía a Yahvé, asentó su trono en el cielo, su soberanía gobierna
todo el universo. Bendecid a Yahvé, ángeles suyos, héroes potentes que cumplís
sus órdenes en cuanto oís la voz de su palabra.
Bendice alma mía a Yahvé, bendecid a
Yahvé, todas sus huestes, servidores suyos que hacéis su voluntad. Bendecid a
Yahvé, todas sus obras, en todos los
lugares de su imperio. ¡Bendice, alma mía, a Yahvé!
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