martes, 4 de diciembre de 2012


¿SEGUIMOS A CRISTO?
Por Hector Yepez Director MFC Guayaquil
Quiero en este espacio referirme al análisis que uno debe hacerse de sí mismo al momento de evaluar su posición con respecto a Cristo Jesús: ¿creyente, discípulo, siervo o amigo?
¿Quées ser un discípulo?  Aquel que se pone voluntariamente bajo la guía de un maestro, este es un discípulo.
Es indispensable que el creyente, cristiano católico, se ubique en este cuestionamiento, momento por demás conocido para todas las personas en la historia de la Iglesia y por supuesto en las Sagradas Escrituras.
Todos, en algún momento de su historia, nos vemos confrontados ante la pregunta, ser o no ser, en este contexto lo que creamos nos va a interpelar profundamente, y al cristiano mucho más aún.¿Por qué?Porque la historia de nuestros pecados nos va a llevar necesariamente a un encuentro con aquel que le dijo a la samaritana: “Si túsupieras quién es el que te dice dame de beber, túle pedirías a él y él te daría agua viva“.Ytambién, el día más importante de la fiesta, Jesús puesto en pie grito: “si alguno tiene sed que venga a mí, el que cree en mí, como dice la escritura, de su interior correrán ríos de agua viva“.
Esta opción es la que nos lleva no a seguir una doctrina, sino a seguir a una persona: este es Jesús, quien al tomarnos como seguidores —esto es, discípulos—, nos encaminahacia la vida en el Espíritu. Esta vida en la que el creyente por decisión obediente pasa a ser guiado por el Espíritu Santo, es la única forma de vida que realmente da gloria a Dios. Jesús dijo que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y verdad, que así son los adoradores que el Padre busca, y también que la gloria de mi Padre esta en que seáis mis discípulos y llevéis mucho fruto.
Siendo este el presupuesto que Cristo establece para los que creen en él, incluso va más allá cuando claramente dice: “Si alguno quiere venir en pos de mi, tome su cruz cada día y sígame, porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mi, la encontrara”. Y también dice: “el que no esta conmigo, está contra míy el que no recoge, desparrama”.
Esta posición inflexible de Jesús nos orilla a un cuestionamiento mayor. Ya Tomás le pregunto: ¿cómo podemos saber el camino?.Y Jesús respondió:“Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”.
En estos tiempos que vivimos, donde el relativismo, el individualismo, el racionalismo, el consumismo, el hedonismo y todos los otros ismos, nos invaden y desestructuran al creyente y lo rediseñan para vivir un cristianismo falso, humanista y transigente con un sabor a “respetos humanos”, donde la verdad no importa, sino solamente ser “bueno” dentro de una moral totalmente relativa,  donde la doctrina que se expone a los fieles se ve algunas veces sincretista, y otras tergiversada, esto es “no importa lo que creas, basta con que seas espiritual y vivas dentro de la buenas energías y viviendo el “amor”, donde, además la familia se ve atacada en su real identidad, llamando familia a cualquier cosa que reúna a dos o mas personas, y la lista sería interminable en cuanto a los caminos erráticos que se le brindan no solo a la persona de hoy sino también al creyente, tenemos necesariamente que volver la vista a Jesús que también nos dice: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas”.
Él no es un iluminado como se le decía a Buda.Jesús es la Luz.No es un moralista como otros muchos, no es un defensor de los derechos humanos, no es un revolucionario para imponer un nuevo orden social, no, Jesús es Dios encarnado, es la palabra hecha carne en el vientre sin mancha de la Virgen María,es el que lo hizo todo de la nada, ya que todo fue creado por el y para él y todo tiene en él su consistencia. Él es la solución a toda existencia y la Luz para todapersona y el único camino por el que podemos y debemos transitar.Por eso debemos fijar nuestros ojos en él que es quien inicia y consuma la fe. ¿Qué nos pide Jesús? Que lo sigamos  y guardemos su palabra, ya nos lo dice en el evangelio: “Si alguno me ama, mi palabra guardará y mi padre le amará y vendremos a el, y haremos en él morada.”
Usted y yo, estimado(a) amigo(a), ¿somos discípulos de Jesús?, ¿Él es nuestro Señor? Realmente ¿obedecemos su Palabra? ¿Opodría ser que nos veamos interpelados por el propio Cristo que dijo: “ay de vosotros cuando todos hablen bien de ustedes porque así trataban vuestros padres a los falsos profetas”?
La ruta estápuesta, el camino está trazado y se trata de llevar a Jesús en nuestros corazones manteniendo una conciencia recta, una fe sincera y un corazón limpio, que es la fuente de donde procede el verdadero amor.
Una conciencia recta no solo es moral, sino también una conciencia que nos permite pensar rectamente de Dios y que nos hace concebir pensamientos dignos de sus dones, con criterios iluminados por la fe, siendo esta una fe viva, más allá de una fe racional, critica y que no convierte a nadie,sino una fe fuerte y llena de convicción que pueda incluso trasladar montañas yun corazón nuevo que nos permita ser transformadospor la gracia del Espíritu Santo en vasos de misericordia para todos los que nos rodean, creyentes y no creyentes,y no en surtidores de sentencias morales que descalifican a todos con los que no estamos de acuerdo, que acostumbran apagar la mecha humeante y rompen la caña quebrada.
Dios, que hace todas las cosas nuevas, y llama a los que no son para que sean,nos dé la gracia de tener mentes sensatas donde habite la sabiduría, manos diligentes que siembren en el amor, que nos haga ser prudentes administradores de sus gracias, astutos como serpientes y mansos como palomas, que llevemos su yugo sobre nosotros y que podamos aprender de Él que es manso y humilde de corazón, que sembremos la justicia en la verdad para cosechar el fruto de la paz y llevemos su luz por dondequiera que caminemos.
El,que es Padre de la luces y hace salir su sol sobre buenos y malos nos concederá todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar conforme a sus riquezas en Cristo Jesús, de manera que así podamos, siendo discípulos, vivir de una manera digna del Evangelio que hemos recibido.
Gracias por su tiempo, y muchas bendiciones a usted y su familia.

No hay comentarios: