sábado, 9 de noviembre de 2013

Los laicos y la nueva evangelización a partir del año de la fe.



Por Héctor Yépez F.
Presidente
MFC Guayaquil
En este año de la fe, nos vemos impulsados con las palabras del Apóstol Pablo, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio de Jesucristo!
Comparto con usted estimado lector estos tres elementos, el primero: "Ay de mí" exclamación que no solo es para San Pablo si no para cada uno de nosotros, esto no es para solo para el religioso, es para todo el Cuerpo de Cristo, es para los laicos, es para toda la Iglesia, "Ay de mí", y, pienso, una nación que no es capaz de cuidar de sus hijos más indefensos, los que aún no nacen, ¿qué es? ¡acaso no es una nación maldita! una nación que instituye el mandamiento del demonio: ¡Matar!, que más podría ser sino una nación llena de iniquidad; y en esta consonancia, una Iglesia que no es capaz de cuidar a sus hijos más pequeños, los corderillos, los débiles, los enfermos, ¡los pecadores por los que Jesús murió!, una Iglesia que se apacienta a sí misma, ¿que sería?; una Iglesia que no tiene dolor por las almas que día a día se van al infierno, una Iglesia que no quiere evangelizar, una Iglesia que no tiene dolor por los perdidos, una Iglesia que se parece a un "club de buenos"; es como dice el Papa Francisco, una simple ONG. Ciertamente, ¡se descalifica el discípulo que no anuncia a Jesucristo!, San Pablo le dice a su hijo espiritual, el obispo de Éfeso: ¡Acuérdate de Jesucristo! ¿Es que acaso San Timoteo lo olvido?, o es que en la multitud de tareas que tenía como obispo a las que se vio involucrado olvido la más importante: El anuncio de Jesús, y, ¿nosotros? ¿Anunciamos a Jesús? O solo anunciamos una moral como la del Fariseo que no salva a nadie y construye moralistas que no entienden de qué trata la Misericordia y que continuamente entristecen al Espíritu Santo.
Y, así entramos en este segundo elemento: “anunciar". Anunciar es, testificar, declarar, gritar, decir, comunicar, es que el anuncio de aquel que es Señor de señores y Rey de reyes no es solo dar un testimonio de buenas obras, acaso los santos en la Iglesia no nos gritan como San Pablo, "Imitadme a mí, como yo imito a Cristo" ¿a qué se refiere? por supuesto, a llevar las manos llenas, a hacer discípulos, a dar fruto, a dar mucho fruto, a que el fruto permanezca, esto es dar gloria a Dios, obedecer el mandamiento de Jesús: Id, anunciar el evangelio y hacer discípulos, usted, estimado lector, ¿hace discípulos? y aquí, una analogía, "el que no está conmigo esta contra Mí" y si no hago discípulos para Dios, ¿para quien los hago?
Entramos pues en el tercer elemento: el "Evangelio de Jesucristo", esto es lo que debemos anunciar, esto es lo que debemos vivir, viene a mi memoria la sencilla petición que hace San Francisco al ir a Roma a pedir que le aprueben su orden de "hermanos menores". “¡quiero permiso para vivir el evangelio!” dijo el Poverello. Hoy es triste constatar el más retorcido sincretismo, católicos que creen en las "buenas energías “¿cuándo Jesús anuncio eso?, católicos que andan por allí pensando en que se van a reencarnar, otros que no creen en el infierno y dicen muy sueltos de huesos que el infierno no existe, otros que no creen en la existencia y acción del Diablo y sus ángeles caídos: los demonios; otros, peor aún, se vuelven masones, rosacruces, etc. otros no creen en la acción del Espíritu Santo y desconocen sus dones y carismas, otros ya no creen que Jesús es el Verbo encarnado, el Hijo de Dios, Dios mismo, la Segunda persona de la Santísima Trinidad.

¿De qué se trata vivir el año de la fe? Eso mismo, anunciar la Verdad del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, volver al primer amor, reencontrarse con el Hijo de Dios, que es hijo de María, con ese Jesús que se quedó en el Pan, con ese Jesús que está en el perdido, en el pobre de espíritu, en el que necesita le quiten la ceguera espiritual en que vive, en el que a gritos pide una esperanza, conocer a Jesús, muerto y Resucitado según mi evangelio como dice San Pablo. Que el Dios de La Paz, ilumine nuestro entendimiento y nos lleve a vivir con esta angustia de Pablo, ¡anunciar a Jesucristo! 

sábado, 14 de septiembre de 2013

El Vaticano consagrado a San Miguel Arcángel
Quien como Dios


El viernes 5 de julio de 2013, el Santo Padre Papa Francisco I, consagró el Estado de la Ciudad del Vaticano a san Miguel Arcángel, campeón de la primacía y del poder de Dios, y a San José, Patrono de la Iglesia Universal.
Llama la atención, este hecho que nos recuerda a al Papa León XIII y a Pio XI, que hicieron de la oración a San Miguel Arcángel, oración obligatoria en todas las misas, León XIII desde el 13 de octubre de 1884, y Pio XI pidió hacerla de rodillas el 30 de junio de 1930. La iniciativa de esta consagración se la debemos al Papa Benedicto XVI, y que la realizo nuestro actual Papa Francisco, consagración que incluyó un monumento del Arcángel Miguel en los Jardines Vaticanos: «Nos hemos dado cita aquí en los Jardines Vaticanos para inaugurar un monumento dedicado a San Miguel Arcángel, patrono del Estado de la Ciudad del Vaticano», para luego indicar que es una iniciativa planeada desde hacía tiempo, con la aprobación de su amado predecesor, el «Papa Benedicto XVI, a quien va siempre nuestro afecto y nuestro reconocimiento y a quien queremos expresar nuestra gran alegría por tenerlo aquí presente hoy en medio de nosotros ¡Gracias de corazón!», dijo el Santo Padre Francisco.
Y tras subrayar el particular relieve de la obra monumental dedicada a san Miguel que vence al Maligno colocada en los jardines vaticanos, como por su significado, el Papa Francisco reiteró que «es una invitación a la reflexión y a la oración, que se inserta bien en el Año de la Fe. Miguel – que significa ¿quién como Dios? -  es el campeón de la primacía de Dios, de su trascendencia y poder. Miguel lucha para restablecer la justicia divina; defiende al Pueblo de Dios de sus enemigos y sobre todo del enemigo por excelencia, Satanás»: «San Miguel vence porque en Él es Dios el que actúa. Esta escultura nos recuerda, por lo tanto, que el mal es vencido, que el acusador es desenmascarado y su cabeza aplastada, porque la salvación se ha cumplido una vez para siempre en la sangre de Cristo.
Aunque el diablo intenta siempre resquebrajar el rostro del Arcángel y el rostro del hombre, Dios es más fuerte. Es suya la victoria y su salvación es ofrecida a todo hombre. En el camino y en las pruebas de la vida no estamos solos, estamos acompañados y sostenidos por los Ángeles de Dios, que nos ofrecen ayudarnos a superar tantos peligros, con respecto a las realidades que pueden apesadumbrar nuestra vida o arrastrarnos hacia abajo.  Al consagrar el Estado de la Ciudad del Vaticano a San Miguel Arcángel, le pedimos que nos defienda del Maligno y que lo expulse». Consagración del Estado de la Ciudad del Vaticano a san Miguel Arcángel   ¡Oh glorioso Arcángel san Miguel.... vela sobre esta Ciudad y sobre la Sede Apostólica, corazón y centro de la catolicidad, para que viva en fidelidad al Evangelio y en el ejercicio de la caridad heroica! ¡Haznos victoriosos contra las tentaciones del poder, de la riqueza y de la sensualidad! ¡Sé tú el baluarte contra toda maquinación, que amenaza la serenidad de la Iglesia! ¡Sé tú la centinela de nuestros pensamientos, que libera del asedio de la mentalidad mundana! ¡Sé tú la guía espiritual que nos sostiene en la buena batalla de la fe!»
Recordemos como se dio la iniciativa por el Papa León XIII:
A partir del siglo XIX, se empezaron a rezar unas oraciones especiales luego de la Misa. Se trata de súplicas añadidas en tiempos de tribulación, oraciones por las grandes intenciones de la Iglesia, en las que debe participar también el pueblo, y que por eso se rezan con los fieles en su propia lengua. El mismo León XIII, en 1886 introdujo la invocación del Arcángel San Miguel. No se trata de una nueva oración, sino de una invocación aislada, con carácter de exorcismo, rarísima en la liturgia romana.(Jungmann, Josef, El Sacrificio de la Misa, BAC página 1026). Las palabras del principio de la invocación se encuentran en el verso aleluyático de las misas del arcángel San Miguel, el 8 de mayo y el 29 de septiembre - contra una leyenda(1) que se iba formando acerca del origen de esta invocación, se dirige Bers (Die Gebete nach hl. Messe: "Theol.-prakt. Quartalschrift", 87[1934] 161-163 - Con todo, recuerdo que don Francisco Brehm, consejero eclesiástico de la editorial litúrgica Fr. Pustetd (Ratisbona), recién vuelto de un viaje de Roma, nos contó, hacia el año 1928, que en una sesión para la Sagrada Congregación de Ritos en que se trataba de derogar estas oraciones, y a la que él asistió, cuando ya todos estaban de acuerdo para suprimirlas, un anciano cardenal, cuyo nombre no recuerdo, se levantó para contar que el mismo León XIII le había dicho que la invocación de San Miguel la había añadido contra la amenaza de la francmasonería, movido a ello por una revelación sobrenatural. "La ordenación de las preces finales por León XIII fue publicada por primera vez en el Monitore eccesiastico (1885-87).Como es sabido Pío XI, y luego Pío XII señalaron como intención de estas preces rogar por Rusia. Oración a San Miguel Arcángel del papa León XII: San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate contra las maldades e insidias del demonio. Se nuestra ayuda, te rogamos suplicantes. ¡Que el Señor nos lo conceda! Y tú, príncipe de las milicias celestiales, con el poder que te viene de Dios arroja en el infierno a Satanás y a los otros espíritus malignos que ambulan por el mundo para la perdición de las almas.
Siga el link para ver la oración completa a San Miguel  instaurada por el Papa Leon XIII.

jueves, 27 de junio de 2013

LA FE EN EL MUNDO HOY






Al abordar el tema de la fe, debemos ir hacia el concepto que aclare, que es la fe y que no lo es. Podemos buscar en algunas fuentes la respuesta, pero siempre el Espíritu Santo es el mejor Maestro y El nos lleva a la verdad completa. “La fe es la certeza de lo que se espera y la prueba de las realidades que no se ven”. Se abre un claro vinculo entre la fe y la esperanza, la fe es la certeza, sinónimos serían la seguridad, carencia de duda. Esta certidumbre de recibir lo que se espera, nos lleva al planteamiento de ¿qué es lo que esperamos? Evidentemente, la fe tiene objetivo y es recibir aquello que me ofrecen.
Bien, parecería que esto es suficiente, pero ser consciente de qué estoy esperando nos lleva a buscar información al respecto. Podríamos construir una lista, algunos mencionan mas de 7000 promesas de Dios, esperamos la salvación, tener la vida abundante que Jesús ofrece en Juan 10,10; la resurrección de entre los muertos, la vida eterna, etc. Bienes preciosos que Dios nos ha ofrecido a los que vivimos según la revelación dada por Dios de la que nuestra Iglesia es depositaria. Muchas veces confundimos fe con simplemente creer, otras veces con superstición, otras mas con pensamiento positivo; y es que, la fe tiene sustento y este es la Palabra de Dios, mas conocida como la Biblia. La fe me lleva a no solo creer en Dios sino a creerle a Dios, planteamiento que la epístola de Santiago, primer obispo de Jerusalén nos presenta de esta forma: ¿Tú crees en Dios? Haces bien, los demonios también creen y tiemblan. Podemos preguntarnos, ¿acaso los demonios tienen fe? Imposible, la fe es un don de Dios y es un regalo inmerecido que recibimos los hombres por los méritos de Jesucristo. ¿Porque Santiago hace este planteamiento?, y es que la fe es algo que va mucho mas allá de lo que pienso y de lo que siento, la fe esta vinculada ciertamente a mis creencias y estas sustentan nuestras decisiones e incluso el estilo de vida que planteamos tener, por eso dice “muéstrame tu fe sin obras que yo te mostrare por la obras mi fe”.
La fe necesariamente me va a llevar a interactuar en consonancia y obediencia a Jesús. Nosotros entonces pasamos a decir con el apóstol, ¡Señor auméntanos la fe! , y si, necesitamos fe, aunque debemos ser claros, todos recibimos una medida de fe, esta medida de fe debe ser utilizada para obrar en obediencia a Dios, por que la fe es creerle a Dios, creer en Jesucristo que es quien inicia y consuma la fe y entonces debemos andar en sus mandamientos.
Quisiera me permita traer una pregunta de nuestro Señor en el evangelio de Lucas 18,8:
“Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?
Esta pregunta debe cuestionarnos, ¿por qué la hace Jesús a sus discípulos?, ¿es importante el contexto en que la realiza? Ciertamente, hay una parábola antes y otra después, la primera es la de la viuda inoportuna y el juez inicuo en que el Señor les inculca la necesidad de orar siempre sin desfallecer, y la siguiente es la parábola dirigida a las personas que se tienen por justas y desprecian a los demás. El Señor inserta esta pregunta entre las dos parábolas, ¿cuál es el sentido?
El Señor nos plantea a cada uno de nosotros esa pregunta, ¿usted, tiene fe? ¿en que se sustenta?...Pero, entonces, la fe ¿crece?, cual es el alimento que hace crecer mi fe: la Palabra de Dios, dice la escritura que la fe viene por el oír y el oír de la predicación de la Palabra de Dios. Es incompleta la gestión del predicador si su palabra no alimenta, sana y fortalece el corazón de quien lo escuche.
La fe si, es un acto racional, esto es del entendimiento, pero también es un hecho integral, abarca todo nuestro ser, de ahí que la escritura dice que hay que creer con el corazón. Que con el corazón se cree para justicia y que con la boca se confiesa para salvación.
Entonces, ¿la fe en el mundo de hoy, es posible? Mas que nunca, aunque estemos rodeados de relativismo, aunque la superstición confunda al creyente, aunque el sincretismo este infestando a los fieles, sabemos que Jesús es el que inicia y consuma la fe. Confiemos en El, en Su amor, en Sus promesas, en su propósito, y corramos la carrera, carrera de fe, vivamos en la verdad, que se sustenta en la fe y luchemos por un mundo donde creer en Jesús no sea la excepción sino un reto esperanzador, donde creer en Jesús nos devuelva el sentido y propósito de vivir, vivir, creer y caminar construyendo una civilización de la verdad, una familia de fe y un mañana mejor, porque con Cristo todo es posible. Gracias. Bendiciones
Héctor Yépez F.

Presidente MFC Guayaquil

jueves, 6 de junio de 2013

EL ESPIRITU SANTO EN LA IGLESIA HOY


Algunos lo llaman el gran desconocido, incluso el sacerdote dominico de feliz memoria Antonio Royo Marín en la BAC, escribió un libro sobre el Espíritu Santo con ese titulo que es de gran valor para entender su acción.
Pero, el titulo de este articulo es una afirmación, afirmación que se orienta a percibir, ver, encontrar y por cierto, vivir la experiencia de conocer a esta persona maravillosa que es Dios y que es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
Podríamos escribir y conversar mucho sobre quien es el Espíritu Santo o que es lo que El hace, como actúa en la iglesia, en el creyente y  ciertamente no terminaríamos, pues entender que la Iglesia es gobernada por el ES, implica una observancia a su accionar, tan versátil que nos sorprendería.
Escribir de la acción del Espíritu Santo es también mencionar la multiforme gracia de Dios, El suscita pastores según su corazón que nos den pasto de conocimiento y prudencia, por conocimiento no me refiero solo al desarrollo teológico sino también a esa intimidad que Dios busca tener con el hombre en general y con el creyente en particular, relación que busca hacer del hombre un creyente y de este un discípulo de Jesús, porque el ES tiene por objeto “reproducir en el fiel la imagen del Hijo”, el trabaja incansablemente por desarrollar la fe en el corazón del creyente para que este viva esa transformación que la carta a los romanos menciona como metamorfosis de tal manera que este adquiera la mente de Cristo y tenga los mismos sentimientos que Jesús.
Es pertinente mencionar los dones, frutos, virtudes, carismas, gracias, etc. Que nuestro Dios el ES da al fiel, El lo hace hijo de Dios por medio del bautismo y lo conduce de tal manera que la escritura menciona que todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios, y que no hemos recibido un espíritu de temor sino de fortaleza, de dominio propio y de amor.
Hoy la acción del ES en la Iglesia es de una riqueza extraordinaria, nos presenta a la Virgen María, su esposa como Madre nuestra y como la principal intercesora después de Jesús, nuestro Sumo Sacerdote que intercede por nosotros en todo tiempo, levanta siervos de Dios en todos los ordenes, dentro de los ministerios jerárquicos, de los ministerios carismáticos, de los ministerios de servicio y es quien convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
El fiel esta llamado a vivir de continuo una renovación de la presencia del ES en su vida, ya lo decía el ES por medio del apóstol Pablo a su hijo espiritual Timoteo, obispo de Éfeso, “por eso te recomiendo que reavives el carisma de Dios que esta en ti por medio de la imposición de mis manos”, se refiere acaso al bautismo del ES y fuego, pensaría que si, Juan el Bautista menciono que Jesús bautiza con ES y fuego, así entendemos a los santos en nuestra Iglesia, personas llenas de fe, poder, humildad y verdad que como Jesús pasan haciendo el bien y deshaciendo las obras del diablo, no solo en el ámbito de los exorcistas sino también en la predicación sacando a los hombres del error y conduciéndolos a la Verdad que es Jesús, también estos están marcados por las obras de misericordia, con la luz del evangelio, sin la cual como dice el Papa Francisco, no seríamos mas que una eficaz ONG,  también hace a los creyentes la sal de la tierra, en el ámbito de la política, de la investigación, de la economía, etc. porque es El, el ES quien da a los hombres esa sabiduría que puesta al servicio del prójimo produce el bien, no el mal y que iluminando la conciencia humana, nos conduce a una cultura de la vida y contra una cultura de la muerte, El nos lleva a gritar: ¡no mataras! Y pone a sus hijos contra el aborto, El nos lleva a vivir en su orden de tal manera que declaramos la guerra al pecado, que como virus contamina al hombre y a las sociedades.
El ES también lleva continuamente a los que somos la Iglesia a redescubrir la riqueza de la Palabra de Dios, allí, debemos como dice San Jerónimo entender que el que no conoce la escritura no conoce a Cristo, así mismo renueva a la Iglesia por medio del ministerio de sus apóstoles.
Durante toda la vida de la Iglesia el busca almas santas en las cuales vivir y así hacer de estos creyentes obedientes siervos de Dios. Nos alegramos de ver esa obra maravillosa al leer lo escrito por la apóstol de la Misericordia Sor Faustina o escrutar la enseñanza ignaciana en cuanto al discernimiento espiritual tan olvidado hoy, o leer a Teresa de Jesús que nos indica la sendas para ir por las moradas que nos llevan al Monte de Dios. Pero estos temas maravillosos ¿son para nosotros? Si, la llamada es para todos por eso mediante la acción del ES debemos añadir a nuestra fe, la virtud, a la virtud, conocimiento, al conocimiento la templanza, a la templanza la paciencia, a la paciencia la piedad, a la piedad el amor fraterno y al amor fraterno la caridad, pues como dice el ES, quien no tenga estas cosas, es ciego y corto de vista. Pidamos al Padre que nos de el ES, pero pidamos sin dudar y superando cualquier miedo que paraliza al creyente, y cualquier forma de incredulidad que desagrada a Dios, y el nos dará sus gracias para vivir cumpliendo sus mandamientos, recibir sus promesas y ser una bendición.
Hector Yepez F.
Presidente MFC Guayaquil


martes, 26 de marzo de 2013



Desde 1919; fracasó con Reyes y Navidad

En Uruguay el laicismo ya eliminó la Semana Santa

 e impuso la «Semana del Turismo»



   http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=28375

viernes, 15 de marzo de 2013


NOTIFICACIÓN SOBRE LOS ESCRITOS
DEL PADRE ANTHONY DE MELLO S.J.

El Padre Jesuita de la India, Anthony de Mello (1931-1987), es muy conocido debido a sus numerosas publicaciones, las cuales, traducidas a diversas lenguas, han alcanzado una notable difusión en muchos países, aunque no siempre se trate de textos autorizados por él. Sus obras, que tienen casi siempre la forma de historias breves, contienen algunos elementos válidos de la sabiduría oriental, que pueden ayudar a alcanzar el dominio de sí mismo, romper los lazos y afectos que nos impiden ser libres, y afrontar serenamente los diversos acontecimientos favorables y adversos de la vida.

Particularmente en sus primeros escritos, el P. de Mello, no obstante las influencias evidentes de las corrientes espirituales budista y taoísta, se mantuvo dentro de las líneas de la espiritualidad cristiana. En estos libros trata los diversos tipos de oración: de petición, intercesión y alabanza, así como de la contemplación de los misterios de la vida de Cristo, etc.

Pero ya en ciertos pasajes de estas primeras obras, y cada vez más en sus publicaciones sucesivas, se advierte un ALEJAMIENTO progresivo de los contenidos esenciales de la fe cristiana. El autor sustituye la revelación acontecida en Cristo con una intuición de Dios sin forma ni imágenes, hasta llegar a hablar de Dios como de un vacío puro. Para ver a Dios haría solamente falta mirar directamente el mundo. Nada podría decirse sobre Dios; lo único que podemos saber de El es que es incognoscible.

Ponerse el problema de su existencia sería ya un sinsentido. Este apofatismo radical lleva también a negar que la Biblia contenga afirmaciones válidas sobre Dios. Las palabras de la Escritura serían indicaciones que deberían servir solamente para alcanzar el silencio. En otros pasajes el juicio sobre los libros sagrados de las religiones en general, sin excluir la misma Biblia, es todavía más severo: éstos impedirían que las personas sigan su sentido común, convirtiéndolas en obtusas y crueles. Las religiones, incluido el Cristianismo, serían uno de los principales obstáculos para el descubrimiento de la verdad. Esta verdad, por otra parte, no es definida nunca por el autor en sus contenidos precisos. Pensar que el Dios de la propia religión es el único, sería simplemente fanatismo. Dios es considerado como una realidad cósmica, vaga y omnipresente. Su carácter personal es ignorado y en la práctica negado.

El P. de Mello muestra estima por Jesús, del cual se declara “discípulo”. Pero lo considera un maestro al lado de los demás. La única diferencia con el resto de los hombres es que Jesús era “despierto” y plenamente libre, mientras los otros no. Jesús no es reconocido como el Hijo de Dios, sino simplemente como aquel que nos enseña que todos los hombres son hijos de Dios. También las afirmaciones sobre el destino definitivo del hombre provocan perplejidad. En cierto momento se habla de una “disolución” en el Dios impersonal, como la sal en el agua. En diversas ocasiones se declara también irrelevante la cuestión del destino después de la muerte. Debería interesar solamente la vida presente. En cuanto a ésta, puesto que el mal es solamente ignorancia, no existirían reglas objetivas de moralidad. El bien y el mal serían solamente valoraciones mentales impuestas a la realidad.

En coherencia con lo expuesto hasta ahora, se puede comprender cómo, según el autor, cualquier credo o profesión de fe en Dios o en Cristo impedirían el acceso personal a la verdad. La Iglesia, haciendo de la palabra de Dios en la Escritura un ídolo, habría terminado por expulsar a Dios del templo. En consecuencia, la Iglesia habría perdido la autoridad para enseñar en nombre de Cristo.

Con la presente Notificación, esta Congregación, a fin de tutelar el bien de los fieles, considera obligado declarar que las posiciones arriba expuestas son incompatibles con la fe católica y pueden causar grave daño.

El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en el curso de la audiencia concedida al infrascrito Prefecto, ha aprobado la presente Notificación, decidida en la Sesión ordinaria de esta Congregación, y ha ordenado su publicación.

Dado en Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 24 de junio de 1998, Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.

+ JOSEPH Card. RATZINGER
Prefecto

+Tarcisio Bertone, SDB
Arzobispo Emérito de Vercelli
Secretario